Entre los años 89 y 91, estudié en la U.E. José Manuel Briceño Moncillo en Nueva Bolivia, porque en Torondoy para la época sólo daban clases hasta noveno grado. Para poder llegar a clases a las siete de la mañana tenía que agarrar el primer carro que salía hacia Caja Seca, eso era entre las 5:45 y las 6:00 de la mañana.
Toda mi vida me he levantado muy temprano, no hay nada como desayunar en la casa de uno. Para entonces mi mamá siempre se levantaba también a las cinco para prepararme el desyuno.
Un día me desperté con la alarma del reloj y comencé a desperezarme en la cama. Cuando de repente escuhé a lo lejos un aletear de un pájaro muy grande, era lento y cada vez se hacía mas fuerte y pesado. A medida que se iba acercando, mi cuerpo se enfriaba del susto. Pensaba que iba a tumbar la ventana del cuarto, cuando sentí que cayó en la carretera, pero un poco más arriba de la casa, creo que frente a la casa del Sr. Duilio. Comenzó a caminar raspando el cemento con lo que me imagino serían unas uñas grandes. De un brinco subió por las paredes de la casa y se encaramó en el techo de zinc. Es un techo interminable, la casa del Sr. Duilio es muy larga. El animal éste emprendió ahora una carrera por todo el techo hasta el fondo de la casa, creo que hasta la casa de Hugo.
Todo quedó en silencio.
Pensé que había sido una ilusión y estaba por darle gracias a Dios cuando el animal regresó corriendo por el techo de zinc y cayó a la carretera, en esta oportunidad se golpéo muy fuerte en el piso, pero no fue impedimento para emprender el vuelo nuevamente por la Avenida Bolívar. Ya el corazón se me iba a salir por la garganta, como pude comencé a rezar unas oraciones, hasta que todo quedó nuevamente en silencio, pero era distinto porque se escuchaban los cantos de los pajaros en la plaza Bolívar.
A los pocos minutos sentí a mi mamá en la cocina y me fui a hasta allá. Le pedí la bendición y le pregunté de una vez si había escuchado la bulla en la casa de al lado. Me dijo que no había sentido nada.
Yo no sé si existen o no, pero de que vuelan vuelan, y brincan también.
domingo, 28 de junio de 2009
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