domingo, 28 de junio de 2009

Las botellas viejas


A comienzos de los noventa, se puso de moda en de Torondoy, especialmente en el Centro de Amigos, exhibir una colección de botellas viejas, era una de las más grandes. Un día caminando hacia la casa de Manuel Abreu me conseguí semienterrada una botella de forma muy particular, comencé a escarbar en la tierra para sacarla.

Era de color ámbar oscuro con muchas líneas transversales que la hacían parecer un gusano, su logo un rombo de color naranja y letras blancas, en la que se leía claramente "Orage Chrush Soda". La botella estaba en perfectas condiciones, decidí lavarla para llevársela al señor Víctor Matheus para que la colocara en la colección, sabía que ésta le faltaba.

Se la entregué y el señor Víctor en el zaguán de su casa, con su sonrisa de siempre la tomó con mucho cuidado y me dijo que ese refresco era muy sabroso. Me despedí y dí media vuelta hacia la puerta, de pronto vino sobre mi la idea de comenzar mi primera colección de botellas viejas, pero ahora ¿cómo le decía a este señor que me regresara la botella si la había recibido con tanto cariño?

El que da y quita le sale una pepita, decían cuando alguien se arrepentía de regalar algo. Para cuando me decidí a pedirle la botella ya había salido de la casa. Toc toc en la gran puerta de madera, el señor Víctor es quien me abre, con la misma sonrisa que me recibió la botella me la entregó. Salí contento con mi trofeo a colocarla en una repisa del cuarto.

Esa misma tarde me paseé por varios patios buscando otras botellas, como si fueran un tesoro. Encontré algunas partidas, pero ese día aumenté la colección con una de maltina de cerveza Polar, otra de cerveza Zulia y una Cold Point no muy vieja, pero que igual ya no salía.

Se estableció entonces un intercambio entre coleccionistas, otro era Nilo Hernández, veía todas las botellas acomodadas en unas repisas en la sala de su casa y pensaba en cuando iba a tener todas esas botellas, reflejo de un pasado comercial de Torondoy.

Se corrió la voz de que en la parte baja de la bodega del señor López en la veguita, había muchas botellas viejas. Pero el señor López no era muy amigable, o por lo menos daba la impresión, a veces las apariencias engañan, pero nunca me arriesgué. Preferí entonces una tarde pasar por el puente de la botijuela con dos amigos hasta la parte baja de la bodega. Ésta se encontraba cerrada lo que nos daba un poco de seguridad. Para llegar hasta la casa debíamos pasar otras dos que estaban en completo deterioro.

Con linternas en mano nos asomamos por una ventana que daba a un cuarto oscuro, fue entonces cuando vimos botellas de Old Colony con todos los logos imaginables, varias series, en sus cajas de madera. Fue como encontrar un tesoro. No recuero quien fue el primero en pasar por la ventana, lo cierto fue que al pasar se enredó con algo y acabó partiendo unas cuantas botellas. No hubo lesionados en este accidente. Escojimos una de cada serie y salimos rápido de la casa vieja, ya casi era de noche.
Así continué con mi colección de botellas viejas hasta tener 58 de cerveza, 53 de refrescos y una de aceite vegetal que venía con chapa. De todas formas, colores y tamaños posibles, cervezas de dos litros, refrescos de casi 100 cc. una de ellas tenía grabado el año 1906, era de color verde oscuro. Ya no tenía lugar donde colocarlas, para entonces ya se acercaban los días en ir para Mérida a estudiar en la Universidad de Los Andes y tuve que guardarlas en unas cajas hasta que unos años después las llevé a la Casa de la Cultura para que fueran exibidas en algún rincón, pero nunca le dieron la importancia que yo les dí, y quizas ahora se encuentren en alguna sala, en algún bar o simplemente hayan vuelto a los patios de las casas donde el tiempo se encargue de enterrarlas nuevamente, cual tesoro que fueron para mi.

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