domingo, 28 de junio de 2009

Mi primera y última carreta

Es costumbre decembrina que la noche antes de la primera misa de aguinaldo, se permita a los muhachos lanzarse en carreta por las calles de Torondoy. En otras partes las llaman carruchas, pero en mi pueblo son carretas. Consiste en un automovil propulsado por gravedad y también por una pila... una pila de muchachos que para pagar las colas en las carretas deben subir arrastrando los automóviles de madera por las empinadas calles del pueblo.

Su construcción consiste de una tabla ancha donde van a estar ubicados el piloto, en caso de un monoplaza, y los pasajeros (coleros) que pueden ir de dos hasta unos seis. Unidos por medio de un listón al volante que por la forma y dureza se prefiere de palo de guayabo. En la parte posterior va clavada una base que sirve de eje trasero. Al volante y a este eje se le sujetan cuidadosamente cuatro rolineras, preferiblemente usadas, que están bien flojitas. Escuché de algunos casos donde las dejaban todo el año en gasoil especialmente para armar las carretas en diciembre.



Al volante se le agregan dos pares de cauchos, alpargatas o chanclas viejas que serán el freno y para completar el juego de la dirección un mecate de 1" más o menos.

Que cuento de fórmula uno, o las 500 millas, nada como pararse en una esquina para ver toda una suerte de accidentes, dónde hasta los mirones podían llevarse un buen susto. La adrenalina corría por las venas, el ensordecedor ruido del metal arrancando el cemento de las calles, el polvo mezclado con el frío decembrino, al fondo los aguinaldos viejos que salían convertidos en gritos desgarrados de las cornetas de la iglesia, sin fiscales ni control. En las rectas casi no pasaba nada, pero al llegar a la esquina de copei, listo, allá rodó el primero, una cuerda del volante se rompió perdiendo el control y le llegó de frente a la acera de la posada. Detrás venía otra carreta, pero está era de las grandes con cinco pasajeros, por supuesto muy dificil que frene en una distancia tan corta. Del impacto todos salen volando con sendas loras en las rodillas, codos y nalgas, pero no se porqué en el momento todos se rien como locos, antes se decía un "sóbate que eso se hincha" al día siguiente todos cojeando.

Cuando hice mi primera carreta, busqué unas rolineras nuevas, un listón, tabla y volante casi que de carpintería, todo derecho, y con la ayuda de Poto la armé, muy emocionado salí esa tarde, pero la carreta por tener el volante tan derecho con cualquier piedra se paraba, creo que hasta con una chapa. Luego de ubicar una ruta por donde poder bajar cómodamente, iba llegando a la esquina antes mencionada, la ruta en si son dos cuadras o tres, con cierta velocidad adquirida por la gravedad tomé la cuerda para dar el giro cuando sentí que mi cuerpo se iba de lado, la cuerda se rompió y cuando quise recuperar el equilibrio me resbalé de la tabla lisa saliendo de la carreta cual piedra que se tira sobre un lago.

Por un momento pensé que no me había pasado nada, al levantarme sentí que tenía pegado el pantalón a la nalga, cuando me revisé estaba húmedo de sangre de la lora que acababa de hacer.

Esa fue mi primera y última carreta. Prefería andar de cola o en las esquinas viendo como se estrellaban los demás.

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