domingo, 28 de junio de 2009

Una de cazafantasmas

Últimamente se han visto muchas cosas en Torondoy, o por lo menos eso dicen. Hace poco aproveché y tomé un par de días de mis vacaciones para pasar por mi querido pueblo para reunirme con mis viejos y buenos amigos. Ya subiendo en uno de los toyotas que cubren la ruta Caja Seca a Torondoy, le escuchaba decir a la gente que el diablo andaba suelto por las calles, que los espiritus entraban y salían de los cuerpos de niños y mujeres como perro por su casa, que era algo nunca antes visto, que en menos de dos meses ya se contaban con 18 casos de exorcismo, y extraoficialmente se había agregado uno de Mucumpís a la lista.

Como en todas partes hay gente mala que le gustan esas cosas de meterse con los muertos. Recuerdo el caso de Valentín, una mañana lo fueron a buscar porque uno de los espíritus que tenía incorporado una niña lo delató, según no le amarraron la lengua. Bueno lo cierto que al que si amarraron fue a Valentín y lo llevaron a punta de gritos y golpes a la Plaza Bolívar, donde la policía se encargo de protegerlo antes de que lo lincharan.

Lo querían quemar, cual hereje, como en la inquisición querían darle fin a este personaje. En su casa según consiguieron fotografías de la niña y de otras más, velones negros, animales muertos, un libro de magia negra. Todo esto lo observé desde la torre de la iglesia, desde el punto en donde se tocan las campanas.
Volviendo a los tiempos actuales, en mi breve visita no pude investigar mucho en el día de estos casos que mantenían a los pobladores de Torondoy sin pegar un ojo. Aunque estaba muy cansado por el largo viaje de oriente a occidente, al día siguiente me levanté como a las cuatro de la mañana, aunque dicen que la hora especial es a la una en punto, salí de la casa de mi amigo con mi cámara y trípode en mano para poder hacer buen uso de la poca luz y tratar de captar en las imágenes algunos de estos fantasmas que rondaban por el pueblo.

Era una madrugada muy fría, no se podía observar ningún ser vivo por las calles y por los momentos nada de los muertos en la cámara tampoco. Fijé mi atención a una toma de la torre de la iglesia desde la parte posterior, como primer plano una vieja tapia del fondo de la casa cural que está por caerse.
Estaba cuadrando el trípode, ya había fijado la cámara. A mi espalda se encontraba el poste de luz del murito de la casa de la Señora Bárbara, que en paz descanse, Cuando estaba observando que ésta luz intensa marcaba mi sombra sobre la calle gris, vi como tres sombras se venían sobre mí como saliendo de la casa de la finada. Un escalofrío corrió por todo el cuerpo, ya la sombras estaban por rodearme, dos a mi derecha y una a por la izquierda, sin poder moverme por el susto, sólo pude abrir la boca para pegar un grito cuando las tres sombras se convirtieron en tres perros que solo venían a jugar conmigo.

Le dí gracias a Dios y estuve a punto de caerles a patadas a los perros, por lo general se la pasan ladrando en las madrugadas, o cuando ven a un extraño, o por lo menos se escuchan sus pasos, pero esa mañana nada de nada. Ya estaba por salir el sol y preferí salir hacia la plaza a tomar unas fotos del amanecer torondoyense con sus golondrinas volando entre los techos de las casas de mi pueblo.

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